Capilla del Cristo de la Buena Muerte (n.º 1 en el plano). Altar del Cristo de la Buena Muerte. La decoración del muro del testero es de Francisco Pancorbo, aparecen frescos alusivos a los Esponsales de Santa Teresa, Muerte de la Santa y Protección de la Santa a la Orden. Esta capilla se considera uno de los conjuntos barrocos más importantes del templo, debido al retablo central, las pinturas del muro y a las piezas de los testeros laterales. El retablo del testero central es del siglo XVIII, de estilo barroco, está focalizado en un cuadro ovoide que representa la transfixión de la Virgen, es obra de Francisco Pancorbo.
En el testero izquierdo se sitúa un retablo de estilo plateresco, del siglo XVIII, con un óleo central, cuadrilobulado de santo Domingo de Guzmán, realizado por Francisco Pancorbo. El tercer cuerpo, es de estilo corintio, y está formado por cuatro columnas de serpentina. En la parte superior izquierda hay un calvario, bajo este, los cuadros de san Marcos y San Mateo, incluyendo cartelas con inscripciones, por último un cuadro del Rey David acompañada de cuatro profetas, dos a cada lado. La imagen representa a María, acompañada de Cristo junto a la Cruz, con el pecho atravesado por una espada, están rodeados de los Discípulos y de ángeles, mientras desde el cielo Dios Padre y el Espíritu Santo contemplan la escena. El 23 de septiembre regresaba el jefe de esta última escuadra, Víctor Garrido, trayendo capturados a los buques Santa Cruz, Arequipeño, Congreso y la goleta Peruviana. A la izquierda del crucificado hay una pintura del siglo XVII, Santa María Magdalena, la santa aparece ante una gruta con un libro en las manos y una calavera a los pies.
En el testero derecho, aparece un óleo de san Pedro Poveda, obra de María García. Originalmente, la capilla fue dedicada a san Pedro Pascual por el obispo mercedario fray Jerónimo Rodríguez de Valderas (1668-1671), que se encuentra enterrado aquí. Presenta un lienzo de san Jerónimo de Estridón, obra de José Antolínez del siglo XVII, ocupa la mayor parte de un retablo neoclásico. Capilla de San Jerónimo (n.º 3 en el plano). Se encuentran también en este piso del retablo las imágenes de san Pedro, san Pablo, san Bernardo y san Antonio Abad, todas de grandes dimensiones. En los extremos de este último cuerpo hay alegorías escultóricas de las virtudes teologales; a la izquierda la Fe y la Esperanza; y a la derecha la Caridad y la Religión.
Este obispo pensaba dotarla de grandes obras, lo que no le fue posible ya que en su época se terminaron las dos torres de la catedral y murió antes de poder invertir en la capilla. Esto en la superficie no es problema, pero al saltar dentro sí lo es, y bastante gordo, porque las paredes que te rodean estarían moviéndose más despacio que tú. A pesar de la tonalidad de Sweeney, exteriormente es un hombre malhumorado, consumido por una furia asesina que amenaza con estallar cada vez que respira y se prepara para hablar. El altar es de mármol rojo de Cabra con embutidos de placas biseladas, sobre esté se encuentra la talla de Cristo yacente en una urna sepulcral de cristal, realizada en el siglo XVII. El retablo central es barroco, del siglo XVIII, según la línea de Pedro Duque Cornejo. Finalmente, existe una pintura ovalada, del mismo siglo, en el que aparece el busto de san Pedro.
Finalmente, la pintura de Moisés rodeado de seis profetas a cada lado: Zacarías, Sofonías, Nahúm, Jonás, Amós, Miqueas, Habacuc, Ageo y Malaquías, con sus correspondientes cartelas. Bajo está, dos óleos de los evangelistas san Lucas y san Juan, con citas bíblicas escritas en diversas cartelas. Corona el retablo un Crucificado, con la Magdalena a sus pies, en sus laterales las imágenes de la Virgen y san Juan. En el testero de la derecha, existe un lienzo de san Juan niño, del siglo XVIII, y un crucifijo de principios del mismo siglo. En el testero izquierdo hay un relieve de la Asunción del escultor Mariano Benlliure y una cruz-relicario del Lignum Crucis, de madera con símbolos de la Pasión en plata.
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